El pasado 16 de junio, el prestigioso periódico colombiano Vanguardia Digital, publicó una emotiva entrevista realizada a nuestra abogada Yadira González Rueda.
Transcribimos aquí parte de la entrevista.
La abogada colombiana que lucha por los migrantes en España
Yadira González Rueda emprendió su viaje a España hace 20 años en busca de las posibilidades que Colombia no podía ofrecerle. Hija adoptiva de Santander, hoy lucha por los derechos de los migrantes que, como ella, buscan un hogar fuera de Colombia.
Ese 14 de mayo de 2021, Yadira González Rueda pudo ver culminada con éxito una de sus batallas: en el aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria retiraron el cordón policial que impedía a miles de inmigrantes continuar con su viaje migratorio.
Esta restricción cayó gracias al trabajo continuo de Yadira, de compañeros de profesión, colectivos y ciudadanos de Canarias que se unieron a favor de los migrantes, los cuales, como ella hizo hace 20 años, llegaron a España en busca de un futuro.
Yadira, quien estudió Derecho en el archipiélago canario, al que llegó buscando mejores oportunidades, publicaba entonces en sus redes sociales: “¿Recuerdan el cordón policial que se había levantado en el aeropuerto de Gando, Las Palmas de Gran Canaria? Este control tenía atrapados en nuestra isla a miles de extranjeros que habían decidido emprender su viaje migratorio hacia una vida mejor. Pues ya no está. ¡Los muros caen!
Por su mente pasó el momento en el que, siendo niña, “descubrió su camino” inspirada en los pasos del abogado de su mamá, Inés Rueda, que “resolvía los múltiples procedimientos de la familia en aquel barrio de Motilones, Cúcuta en el que viví parte de mi infancia”, cuenta Yadira.
Su nombre es Eugenio y, según se narra en la biografía de Yadira, “quedó impresionada porque cada vez que llamaba a su casa, su madre esperaba impaciente esa llamada y casi siempre eran buenas noticias, resolvía casi todo, por complicado que pareciera, y veía que ese abogado era su esperanza viva”.
“Este abogado fue bastante importante en la vida de mi madre. Sin ella decirlo, yo veía que él defendía los intereses de ella y prácticamente se convirtió en un pilar de mi familia”, explica Yadira. Su mamá también fue clave en ese proceso de escoger qué haría con su vida: “Me motivaba bastante. Defendía la legalización de un barrio en el que vivíamos en Piedecuesta, Santander, iba a hablar con el concejal, el alcalde, apoyaba las juntas de la comunidad que casi siempre se celebraban a dos horas de camino entre colina y colina”, recuerda Yadira desde Canarias.
Y en su corazón creció ese sueño: la esperanza de algún día estudiar abogacía para también luchar por quienes, en busca de un mejor destino, necesitan una mano.
Al otro lado del Atlántico
Yadira trabajó en su adolescencia como niñera. Recuerda a los niños que cuidó con cariño, porque “fueron los que me enseñaron la responsabilidad de tener vidas en sus manos”, dice. Su familia está conformada por su mamá y siete hermanos y entre todos reunían con mucho esfuerzo tan solo el salario mínimo, así que sus sueños de acceder a la universidad parecían más que difíciles de realizar: requerían un esfuerzo titánico.
“Si la carrera duraba cinco años, yo tenía que trabajar diez. Por eso vine a España, para hacer dinero y enviarlo a Colombia. Y me quedé porque aquí se podía estudiar, trabajar y mandar dinero a mi familia”, cuenta Yadira.
Yadira llegó a Madrid en 2001, en compañía de su hermana, con sus 18 años cumplidos y un sueño, pero establecerse en un nuevo lugar para vivir no es fácil. Siempre había estado unida a su mamá y le fue difícil quedarse en España sin saber de ella y esos otros seres queridos. La nostalgia la invadía “y había momentos en los que pensé que tal vez ese sacrificio y esa nueva vida no iba a tener buen término, creía que en algún momento iba a claudicar”, dice. Yadira explica que tuvo que cortar lazos, definitivamente, con Colombia: “Deje de llamar a mi madre como tres o cuatro meses, pero era mi manera de sobrevivir”.
Se decidió entonces, con todas sus fuerzas, a estudiar. Primero se ubicó en Palma de Mallorca donde trabajó en hotelería y, siendo el estudio tan económico allí, ingresó a la universidad. “Un 24 de diciembre, mientras cenaba sola en un restaurante chino que estaba vacío frente a mi casa, vestida como si estuviera acompañada de toda mi familia y en una fiesta, se me acercó una camarera china a la que conocía y me preguntó si quería trabajar de repartidora, llevando pedidos a domicilio en moto”, cuenta Yadira.
Dijo que sí, que por supuesto, y esa determinación fue un bálsamo para su tristeza. “Esa moto y un mapa callejero me llevaron hasta la universidad de Palma de Mallorca, en donde tras una larga conversación en la Facultad de Derecho, entendí que el derecho a la educación en España sí es real con independencia de si tienes ‘papeles en regla’”, cuenta.
Pero España tiene muchas lenguas oficiales por comunidades autónomas o ciudades y el idioma de Palma de Mallorca le resultó complejo: allí hablan el mallorquín, una derivación del idioma catalán y del valenciano. Y si bien puede hablar español en la vida cotidiana, para estudiar en la universidad, sí o sí, tenía que hablar esa lengua. Es por eso que decidió mudarse a las Islas Canarias junto con su hermana. Allí comenzó a estudiar en la universidad pública.
Siguió trabajando como camarera hasta que el día 19 de octubre de 2011 se graduó, por fin, como abogada.
Luchar por los migrantes
Yadira dice que debería existir una especie de “Manual del Extranjero”: “para poder guiarlos en los tiempos de nostalgia y adaptación a esta nueva tierra que los recibe, porque la historia se repite entre todos los inmigrantes y no siempre encuentras algunos brazos abiertos, ni hombros que se prestan desinteresadamente para llorar”.
Cuando terminó su carrera de Derecho Yadira no tenía claro que trabajaría para defender los derechos de los migrantes. De hecho, se especializó en Derecho fiscal y tributario, se sentía atraída por los impuestos, pero al terminar el máster, contrario a lo que había pensado en un primer momento, no le gustó, como ella dice “nadita, nadita”.
Pero lo más lindo del Derecho, aclara, “es que tiene muchísimas ramas y podemos desarrollarnos en todas”, así que pensó en irse a Madrid o a Londres como una forma de incrementar sus ingresos.
Yadira explica que las Islas Canarias tienen una de las rentas más bajas de España, debido a su dependencia extrema del turismo, es una región golpeada a menudo por crisis y eso se nota en el empleo. Están ubicadas frente a la costa noroeste de África y sus playas son conocidas por su buen clima. A pesar de su situación económica, su geografía las hace el destino de muchos migrantes africanos que huyen de la violencia escasez de sus países.
Apenas el pasado 2 de junio ingresaron 138 inmigrantes a las costas canarias.
Yadira notó que era necesario que alguien hiciera algo por estas personas que, una vez ponían un pie en las islas, eran “conminados” a abandonarla inmediatamente y eran sometidas a una serie de restricciones que significaban trabas para su estancia en España.
No ha sido un camino fácil, pero Yadira cuenta que su lucha logró que el pasado 11 de febrero “El Houssaine, uno de los tantos migrantes al que la policía había impedido su marcha durante 3 ocasiones, que pudiera continuar con su travesía junto a su hermano hasta una nueva vida en la península ibérica”.
También celebra que en abril un juez de Las Palmas de Gran Canaria “ordenara a la policía dejar de impedir el viaje de los migrantes solicitantes de protección internacional hacia la península. Permitiendo por tanto su viaje migratorio”.
Al caer el cordón policial, el mes pasado, Yadira no pudo ocultar su alegría: “enhorabuena a todas aquellas personas, colectivos, compañeros que con su esfuerzo, solidaridad y vocación han contribuido a ello. Porque finalmente venció el amor, reinó la solidaridad, triunfó la calidez de muchos hogares canarios y se respetó nuestro ordenamiento jurídico. Estoy plenamente feliz de vivir en Canarias que hace casi 20 años atrás también me acogió y se ha convertido en mi tierra, en mi gente, en mi orgullo”.
En sus palabras, Yadira cuenta cómo se siente:
“Brindo por el esfuerzo, por el trabajo, por las lágrimas porque superamos la desolación cuando advertíamos que nuestro ordenamiento jurídico podía ser nada para la policía y la propia Administración Pública. Brindo por el resultado de todo en ello. Brindo por mi universidad."
“Brindo por todos los ojos que vi llenos de esperanza, por la sangre unida, por el riesgo y ventura resumida en un pasaje de avión. Brindo por los abrazos de despedida, por las promesas de un futuro mejor, brindo por las fotos, por los pactos en una terraza sin contrato, brindo por los lazos invisibles, lejanos, cercanos y profundos."
“Brindo por Mohamed y su hermano El Houssaine, por Sene, por Omar, por Hamza, por Youssef por su hermano, por Adbdoulyae, por Daniel Arencibia, por mi colegio de abogados, por Televisión Canaria, por SOMOS RED, por el Ayuntamiento de Santa Lucía, por ESPAL, brindo por Ángeles Arencibia, por mi madre, y por quien se ha convertido en mi compañero de vida Juan José, por muchos y por todos a los que ahora el recuerdo trae y desearía tener en la misma habitación sabiendo de cada uno."
“Por su silencio, sé que están bien y que están abriendo camino para ellos y para su familia. Lo sé por mi propia piel."
"Aun así, espero verles siempre...”.
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